lunes, 7 de octubre de 2013

vicuña

Vicuña


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La vicuña es una especie de mamífero de la familia de los camélidos propia de Sudamérica. La vicuña vive en el altiplano andino, concretamente en: el sur del Perú, parte de Bolivia, Andes de Ecuador, norte de Chile y noroeste de Argentina.

Características

A diferencias del guanaco, la vicuña tiene que beber todos los días. Pero para hacerlo debe esperar a media mañana, cuando los abrevaderos ya se han deshelado.
El cuello de la vicuña es largo y musculoso y sirve de balancín durante la marcha. También lo utiliza para golpear al adversario. La lana que cubre la cabeza y el cuello es menos gruesa que la del resto del cuerpo. La vicuña, totalmente cubierta de una lana espesa de 2,5 cm, combate a la vez con ella la irradiación intensa del día y las noches glaciales de la puna (las altiplanicies desérticas de los Andes). Algunas mañanas de invierno especialmente frías, soporta sin problemas las capa de escarcha que le recubre el pelaje. Asimismo, la lana adquiere reflejos que cambian según la incidencia de la luz y que confieren al animal cierto mimetismo.
La cola de la vicuña es corta, rojiza por la parte superior y blanca por la inferior. Durante el combate, o en caso de peligro, adopta una posición arqueada. Sus patas, largas y delgadas, están adaptadas para las carreras veloces en terreno pedregoso. Las patas posteriores lanzadas hacia atrás, buscan la cara del perserguidor. La pechera de la vicuña está adornada por unos pelos largos, blancos y ásperos. El macho adulto la exhibe con frecuencia para intimidar a rivales y adversarios.

Comportamiento y organización social

El sistema social de las vicuñas está muy estructurado. Una parte de los machos adultos vive con un harén formado por dos o tres hembras y sus crías. Los machos establecen dos territorios: una zona de alimentación, que se utiliza durante el día y un territorio de descanso, situado más arriba y frecuentado por la noche. Ambas zonas suelen estar unidas por una franja de terreno que hace las veces de corredor. El macho defiende vigorosamente el acceso a estos territorios. De este modo, las hembras del harén se benefician de una zona protegida.
El resto de los machos, adultos y jóvenes expulsados de los harenes, se reúnen para formar grupos que no llegan, por lo general, a los 30 machos célibes. Los machos territoriales empujan a estos grupos, que constituyen un potencial genético de reserva, hacia pastos menos buenos.
Entre estas dos estructuras, algunos machos adultos solitarios intentan establecer su propio territorio y atacan a los machos del harén para ocupar su lugar y quedarse con las hembras, o bien hostigan las fronteras de los territorios instalándose en su periferia. En este segundo caso, tendrán que esperar varios meses antes de que puedan formar su propio harén.
La vicuña macho, muy tolerante mientras circula por zonas neutras, se vuelve irascible al entrar en su territorio. Rechaza enérgicamente a los otros harenes o a los gruposde machos que circulan por su zona de alimentación. Esta zona se encuentra sembrada de montículos de excrementos de unos 2 m de diámetro. Por la mañana, cuando llegan al territorio de alimentación, las vicuñas olfatean cuidadosamente los montículos. Se cree que estos actúan más como signo de identificación del territorio que como marca destinada a impedir el acceso a los extraños.
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Hábitat

La vicuña se desenvuelve en un medio natural árido, situado a 4.000 m de altura. En este desierto, el frío es intenso, el grado de humedad bajo, y la variación entre la temperatura diurna y nocturna a veces es muy grande. La escasa vegetación se compone de algunos arbustos y de plantas herbáceas rasas y muy dispersas.

Alimentación

A pesar del poco alimento de que dispone, la vicuña es muy selectiva. Su fino hocico se adapta perfectamente a la selección de las hierbas jóvenes de entre los tallos más duros. Además, sabe cómo encontrar los brotes tiernos escondidos bajo las piedras, donde se conserva la humedad, y evita comer las hierbas grandes y duras.

Reproducción

El macho territorial corteja a las hembras de su harén durante la estación lluviosa, en abril, inmediatamente después del período de nacimientos. Intenta montar a la hembra, no para fecundarla, sino para obligarla a echarse en el suelo, donde tendrá lugar el apareamiento. Si la hembra rechaza las aproximaciones del macho, huye al galope proyectando las patas posteriores hacia atrás. La gestación de la vicuña dura once meses y medio; las hembras son muy precoces, ya que pueden dar a luz a su primera cría a partir de los dos años de edad.
El 90% de los nacimientos, se produce durante la estación lluviosa, entre febrero y abril. La mayoría de las crías nace por la mañana, de forma que por la tarde están secas para afrontar las tormentas de granizao casi diarias, así como las noches glaciales.
Durante las dos primeras semanas, la madre vicuña huye con la cría hacia zonas altas a la menor señal de alerta. Hasta que alcanza los 4 meses, el pequeño pasa gran parte del tiempo con sus compañeros de juego de los territorios vecinos. De hecho, solamente las llamas muy pequeñas están autorizadas a traspasar los límites de los distintos territorios sin ser inquietados por los machos de los harenes. De este modo, realizan el aprendizaje de la vida social con total libertad. Hacia los 4 meses de edad, su lana empieza a adquirir un color rojizo y comienzan a crecer los pelos largos y blancos de la pechera característicos de la vicuña.
En setiembre, el macho joven, de 7 meses, abandona de vez en cuando el territorio del harén y termina por integrarse en una manada de célibes. Cuando alcanza la madurez sexual, ya está capacitado para vivir solo e intenta establecer su propio territorio.
El destino de las crías de vicuña hembra es distinto. Expulsadas del harén hacia los 10-12 meses de edad, se incorporan a veces a un grupo de machos a la espera de integrarse en otro harén.

Protección de la vicuña

Los pobladores de la Puna aseguran que la vicuña tiene dueño: ellas son el ganado de la Pachamama, la madre tierra, y tienen su propio pastor, Coquena. La fibra (lana) de la vicuña fue valorada desde tiempos preincaicos. Las prácticas indígenas tenían cierto límite en su uso basadas sobre todo en sus limitados medios de caza. La caza de vicuña se intensificó a partir de la introducción de las armas de fuego por los conquistadores. Antes su población pudo ser de hasta de 3 millones de cabezas pero tras siglos de caza cayó dramáticamente. Esta caza indiscriminada siguió intensificándose desde la época de las luchas por la Independencia y Simón Bolívar dictó una de las primeras leyes conservacionistas de América. Desde la independencia hasta aproximadamente 1950 se siguió cazando vicuñas sin límite ni control hasta que la especie estuvo en real peligro de extinción y sólo quedaron 10.000 ejemplares en toda la puna de los cuatro países en donde viven.
Con las vicuñas en peligro de extinción, en el Perú se empezó a trabajar seriamente para su recuperación y conservación. Se crearon leyes nacionales, provinciales e internacionales.
Existen en el mundo instituciones dedicadas a la conservación del ambiente de la vicuña, como por ejemplo, Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y la Cultura) y PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente). Entre las organizaciones privadas, la más importante a nivel internacional es la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza). La UICN es la encargada de escribir los famosos “libros rojos” donde figuran las especies en peligro de extinción. En ellos las especies se encuentran clasificadas en categorías como: “raras”, “en extinción”, “vulnerables”, “sin peligro”, etc., según su mayor o menor grado de riesgo. En el último Libro Rojo, las vicuñas quedaron clasificadas como de bajo riesgo pero dependientes de la conservación. Esto es lo que significa la sigla LRcd (del inglés: Lower Risk: conservation dependent). Es decir que la vicuña no corre riesgo gracias a que está protegida. Si esta protección cesara, el grupo pasaría a estar en una categoría de peligro de extinción antes de los cinco años.
La amplia información disponible actualmente sobre el peligro de extinción de muchas especies hace evidente la necesidad de protegerlas y controlar el comercio internacional de aquellas especies amenazadas. Para ello existe el CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres), que es un acuerdo internacional concertado entre aproximadamente 150 países, el cual tiene por finalidad clasificar a las especies en apéndices de manera tal que el comercio internacional de animales y plantas silvestres no constituya una amenaza para las mismas.
Otra organización sumamente importante es la red TRAFFIC (Trade Records Analysis of Flora & Fauna in Comerce), que es un organismo que, manejando información sobre el tráfico de animales y su clasificación de CITES, realiza operativos en las aduanas, entrena a empleados de las mismas, y “decomisa” animales o sub productos que se están tratando de contrabandear para ser vendidos en otros países.

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