Origen
El okapi fue ignorado en Occidente hasta 1890. Henry Morton Stanley, que exploraba las riberas del río Congo por mandato del rey de Bélgica, dejó escrito en su diario lo extraño que le resultó ver cómo los nativos de la parte norte del futuro Congo UNIQ683f70225b682c4f-addhtml-00000000-QINUBelga no mostraban el menor asombro ante los caballos que llevaba en su expedición. Interrogados por el explorador europeo, los nativos de la tribu Wambutti dijeron que en las selvas de la zona habitaba un animal similar a ellos pero de menor tamaño, el o’api. Los relatos sobre este misterioso animal empujaron al inglés sir Harry Johnston a preparar una expedición que fuera en la búsqueda de una posible especie ignorada por la Ciencia, la cual remontó el río Congo en 1899. Jonhston pudo saber por los Wambutti que el o’api era un animal similar a un asno de color pardo-rojizo con rayas blancas y negras en las patas y cuartos traseros. Inicialmente pensó que se trataba de una posible especie desconocida de cebra, pues no se conocía la existencia de ninguna en esa parte de África (ni, de hecho, ninguna cebra que viviese dentro del bosque tropical).Posteriormente de vuelta al Congo belga en 1900, Johnston acompañado de un grupo de pigmeos rescatados de la Exposición Universal de París donde eran exhibidos como monstruos de feria; pudo conseguir dos pieles de los cuartos traseros que llevó al fuerte belga de Mbeni y luego fueron enviadas a la Zoological Society de Londres en 1900. Allí se comprobó que no se correspondían con las de ninguna especie conocida de cebra y el animal fue bautizado como Equus johnstoni, si bien su adscripción al género Equus fue considerada dudosa desde el principio. Esto se confirmó cuando Johnston, que había vuelto al poblado de los Wanbutti, encontró un rastro en la selva con la ayuda de éstos y comprobó que las huellas tenían dos dedos, por lo que el o’api debía ser un artiodáctilo y no un équido. Karl Eriksson, comandante del fuerte Mbeni, le envió después dos cráneos y otras dos pieles que habían llegado poco antes a sus manos. Con este material volvió Johnston a Londres, donde las raras calaveras permitieron determinar que el ya conocido como okapi era una especie de jirafa de bosque que fue bautizada como Okapia johnstoni. Tan extraña especie fue pronto demandada por numerosos museos y zoológicos de Europa y Estados Unidos, pero la mayor parte de las expediciones para capturar algún ejemplar fueron un fracaso debido a lo remoto de su distribución, por lo que la especie se salvó de la extinción. En el año 2006 y luego de casi 50 años en los que no había sido detectado ninguno en estado salvaje, se produjo su redescubrimiento en el Congo.
Características
El okapi o ocapi es un mamífero con caracteres bastante peculiares y sorprendentes: sus proporciones vienen a ser como las de una mula. Mide 60 centimetros de altura y pesa unos 275 kilos. Las orejas son largos y el labio superior es alargado y prensil. Su larguísima lengua le permite coger las ramas tiernas y la fruta de los árboles.Sus grandes orejas, muy movibles, tienen el sentido del oído muy agudo. El olfato está bien desarrollado. Se defiende a coces y la luz intensa parece asustarle. Su pelaje es terso, aterciopelado, y sólo en la frente, encima de los ojos, hay mechones de pelos cortos. Pie con dos dedos, como la jirafa, provistos de pezuñas.
Distribución
El okapi o ocapi vive en bosques muy densos de las selvas de Ituri, zona en el límite entre República Democrática de Congo y Uganda. Siempre cerca de las corrientes de agua.Reproducción
Usualmente en cada parto del okapi o ocapi nace un hijo. Los recién nacidos pesan unos 16 Kilogramos.Comportamiento
El okapi tiene unas costumbres solitarias y su carácter esquivo explican el total desconocimiento del ocapi hasta principios de este siglo y la dificultad del estudio de su comportamiento. Son extremadamente cautelosos. Cada individuo defiende su propio territorio; sólo se ecuentran el macho yl a hembra durante el período de acoplamiento.Durante el día se rotiran oa la espesura de la selva y duermen, por lo general de pie. Si se echan, apoyan la cabeza sobre una rama gruesa o un tronco caído.
Son, por tanto, de costumbres nocturnas. El único predador que puede dar caza a los ocapis, además del hombre, es el leopardo.
Relación entre el okapi y el hombre
La piel del okapi o ocapi es muy estimada por los pigmeos para cinturones, fundas de cuchillos y objetos de adorno. Su captura es relativamente fácil a base de trampas muy eficaces.Dado que su hábitat es muy restringido, corre el peligro de extinción y se encuentra bajo protección oficial. Está incluido en la lista roja del Fondo Mundial para la Conservación de la Naturaleza.
Estado de conservación
Si bien los okapi no están clasificados como especies en peligro de extinción, están amenazados por la destrucción de su hábitat y su caza. La población mundial está estimada en 10.000–20.000 especímenes. El trabajo de conservación en el Congo incluye el estudio continuo de su estilo de vida y comportamiento.Por otra parte, siempre que hubo conflictos armados en el Congo, se vio dificultado su seguimiento, ya que es una zona donde menudean los enfrentamientos entre facciones nacionales.
El 8 de junio del 2006, científicos reportaron haber descubierto evidencias de que aún quedaban okapis en el Parque Nacional Virunga.
La Sociedad Zoológica de Londres anunció al mundo el 10 de septiembre de 2008 que aparatos fotográficos colocados por ellos habían tomado fotos al okapi en su ambiente natural en el Parque Nacional de Virunga; a cientos de kilómetros de la reserva natural consagrada a la conservación de esta especie en las selvas del Ituri
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