lunes, 7 de octubre de 2013

asturcon

Asturcón



El aspecto general de un asturcón es el de un poni ágil, armonioso además de fuerte y resistente. Su capa es de color negro, aunque a primera vista el asturcón invernal presenta una apariencia totalmente diferente a la estival. Su adaptación a los rigores de la montaña provoca que durante la época fría el animal se recubra de una capa de pelo de color castaño que le protege.
Su cabeza es pequeña, de perfil ligeramente cóncavo y rematada por amplios ollares. Los ojos son negros, grandes y vivaces. Las orejas, pequeñas y de una gran movilidad, flanquean una despejada frente cubierta por un tupido fleco. Un cuello de mediana longitud, algo arqueado en los machos, del que se precipitan una densa y prolongada cascada de crines.
Tiene espaldas muy inclinadas, grupa también inclinada y nunca doble con una cola de abundante pilosidad. Un amplio arco costal con un frente pectoral de musculatura bien definida reposan sobre unas extremidades finas con cascos pequeños y redondeados muy resistentes. Su alzada media es de 1,25 metros dependiendo en gran manera del sistema de cría.

Historia

El asturcón, después de siglos de un extraordinario rendimiento, estuvo a punto de perecer por el avance de la industrialización.
El asturcón en sus orígenes era salvaje y no tenía utilidad ninguna para el ser humano. Más tarde fue domesticado y era utilizado para las tareas agrícolas y transporte.
Los astures los emplearon como animales de monta y tiro, en algunos casos pudieron ser usados con fines alimenticios o de sacrificio, como así se ha constatado en los restos encontrados en las excavaciones arqueológicas del castro de Noega en Gijón (Asturias).
Los romanos apreciaron sus características y los utilizaron en las minas. Por ello llegó a haber ejemplares en las zonas mineras de Valencia.
Hoy en día los últimos asturcones se reducen a la sierra del Sueve, en el oriente asturiano, entre los concejos de Parres, Piloña, Caravia y Colunga, y son unos pocos ejemplares protegidos por ACAS. La festividad de “La doma del asturcón” se realiza a mediados de agosto en Espineres (Piloña), donde se produce un control de los asturcones “salvajes” mediante su marcaje.

Hábitat y distribución

El asturcón forma parte de una amplia familia de ponis que se conservan en el denominado Arco Atlántico, la franja del litoral oceánico que va de Portugal a Escocia y que comprende España, Francia, Inglaterra, Gales e Irlanda. En total hay reconocidas nueve razas de caracteristicas similares: Garrano, Asturcón, Pottok, Dartmoor, Exmoor, Gales, Connemara, Shetland y Highland, muchas de las cuales se han extendido por el mundo dada sus características.
Las condiciones naturales de Asturias, una región montañosa y abrupta, de comunicaciones difíciles hasta el siglo XX, ha sido una circunstancia de doble filo para el asturcón. Por una parte protegió la pureza racial, impidiendo cruces que le hicieran perder las señas de identidad, pero, por otra, limitó su divulgación y salida al exterior, pese a las enormes virtudes que atesora.
El impulso de la conciencia ecologista de los años 80, precedida por las iniciativas particulares y el esfuerzo de organizaciones emergentes, como la Asociación Asturiana de Amigos de la Naturaleza (ANA), logró frenar a tiempo la vertiginosa caída del poni que llevaba camino de convertirse en una desaparición cierta. Su recuperación es hoy un éxito. La Asociacción de Criadores de Ponis de Raza Asturcón (ACPRA) legitima con su actividad el renacimiento de este poni.
En la actualidad el asturcón sigue con una vida dura en el monte, pero empieza a extenderse su crecimiento en fincas de cría, donde el cuidado humano permite la selección y el desarrollo de los mejores ejemplares.

Reproducción

Con la llegada de la primavera se producen los alumbramientos de los nuevos potros. Despues de una gestación de once meses, entre ellos los de invierno, las yeguas que van a parir se separan del “corru” y buscan un lugar protegido y tranquilo en el que tumbarse. Allí nace el nuevo asturcón tras un momento mágico que apenas dura unos minutos y que siempre se produce durante la noche. Es así como la yegua reduce sustancialmente la posibilidad de ser descubierta por alguno de sus enemigos.
A diferencia de otros animales, los potros se desarrollan muy rapidamente, hasta el extremo que pocas horas después de ver la luz ya pueden trotar al lado de la yegua.
Nueve días después del parto, las yeguas entran en celo, llegando a criar con frecuencia hasta los veinticinco años de vida, lo que nos ofrece un testimonio rotundo de su fortaleza.

Comportamiento

Las condiciones naturales han favorecido el desarrollo de algunas de las singularidades de la especie. Es el caso, por ejemplo, de lo que se llama popularmente el “corru” que denomina la formación de manadas de asturcones.
El origen de esa denominación se debe a la actitud colectiva de los caballos frente al ataque y el hostigamiento que han sufrido históricamente de los lobos. Las manadas sueltas por los profundos valles o las intrincadas montañas han ido adaptándose al medio y a los peligros externos. De ese modo el grupo de asturcones se situa en círculo con las grupas hacia el interior del mismo y las cabezas hacía el exterior. Así defienden mediante manotazos, a sus crías protegidas en el interior del “corru”.
El asturcón es uno de los ponis más antiguos y puros del mundo. El primer testimonio de su existencia está recogido en el año 80 a. de C. Ya entonces se valoraba de modo especial por su velocidad y por su valor en combate. También por la suavidad de su paso.
Aunque su uso tradicional esta relacionado con las tareas agrícolas a lo largo de estos siglos, también fueron comercializados para otras tareas. Por ejemplo fueron utilizados en París para el tiro de pequeños carruajes en el siglo XIX.
Hoy también se defienden en la actividad deportiva. Varios asturcones se han proclamado campeones de España de equitación en diferentes modalidades durante los últimos años.
Una vez domados se les observa un temperamento excelente, muy noble. Son un poni ideal para los niños. Muestran de forma natural unos aires vistosos y característicos, junto con un vigor desproporcionadamente alto para su tamaño. Su acción es suave, sencilla y muy cómoda, a lo que hay que añadir su disposición natural para el salto. Con el arnés, dada su fortaleza, demuestran aptitudes excepcionales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario